Manchester United parece estar conformado por dos equipos: el primero, repleto de estrellas, de jugadores de gran nivel que están del mediocampo para arriba, y el segundo con futbolistas inocentes, que cometen errores y que están de la mitad de la cancha para abajo. Por eso, sin importar lo que hagan volantes y delanteros, el hueco de la defensa opacará cualquier cosa. Este sábado, frente a West Ham, el equipo de José Mourinho cayó 3-1 y de paso agudizó aún más una crisis que parece no tener salida.

El club de Londres, el de Manuel Pellegrini, aprovechó esa antilógica al orden del United y se fue adelante en el marcador con un golazo de tacón de Felipe Anderson cuando el reloj apenas marcaba el minuto cinco. Toda la jugada previa fue del argentino Pablo Zabaleta, quien recuperó la pelota y dio la asistencia.

A partir de ese instante, Manchester se acercó, despertó, tomó el control del juego y estuvo cerca del descuento. Sin embargo, antes del cierre de la primera parte, un remate que tocó a Victor Lindelof se metió en la portería de David de Gea para el 2-0 a favor del local y el baldazo de agua fría para el visitante.

En la segunda parte, Marcus Rashford descontó para los Diablos Rojos, pero seguido, en una jugada confusa por un posible fuera de lugar, Marko Arnautovic puso el 3-1 definitivo ante la mirada de Mou y de Paul Pogba, quien estuvo en cancha 70 minutos.

Los reproches no se harán esperar para el DT portugués, quien no convocó para este duelo al chileno Alexis Sánchez y al ecuatoriano Antonio Valencia, dos hombres importantes y que de seguro quiso guardar para el duelo por Champions ante Valencia.

Foto: Warren Little/Getty Images