No hubo preocupación, sí un poco de zozobra, pues en cuestión de minutos Bayern Múnich y Eintracht Frankfurt empataban 1-1 y Borussia Dortmund vencía a Borussia Monchengladbach por 1-0. No era suficiente, pero abría la puerta a un posible rompimiento de lo que ha sido la hegemonía del club bávaro en los últimos años. Sin embargo, esa situación fue efímera, pues el equipo de Niko Kovac anotó no uno, ni dos, sino cinco goles y sentenció con un 5-1  su séptimo título de la Bundesliga de manera consecutiva.

Kingsley Coman abrió la cuenta, David Alaba la aumentó y Renato Sánchez siguió con la fiesta de goles. Y ya con la ventaja y con el público celebrando, Kovac mandó a la cancha primero a Franck Ribery y después a Arjen Robben.

Y, como si estuviera libreteado, el francés puso el 4-1 en una muestra de talento en espacio reducido, con una definición delicada, y todos se fueron a festejar con él en el que fue su último partido con Bayern. Pero faltaba más. En una acción de ataque Alaba, de manera altruista, le dejó la pelota a Robben para que el zurdo pusiera el 5-1 y, de nuevo, festejo colectivo, con otro de los emblemas que dijo adiós marcando.

Locura en el estadio de Múnich, alegría total para un conjunto que quedó fuera de la Champions de manera sorpresiva y que retiene la corona de la Bundesliga a manera de premio y de motivación para lo que vendrá en la próxima temporada con un montón de novedades.

Una vez más el Dortmund tuvo que escoltar y ver festejar a su máximo rival en la última década. El triunfo 2-0 en casa de Borussia Monchengladbach no fue suficiente y el milagro no se dio para una institución que, por ahora, solo vive a la sombra del poderoso Bayern Múnich.