Todo se quedó en palabras. La continuidad de Paulo Autuori, que se confirmó un par de días atrás, no trascendió a los hechos y el equipo de Medellín fue una vergüenza en la cancha del mítico estadio carioca. Las derrotas ante Tolima y Cali en el Atanasio por los Cuadrangulares de la Liga parecieron presagiar el desastre que fue Nacional en Rio de Janeiro, pero ni el más pesimista imaginó la magnitud de lo que se venía.

Hernán Barcos, previo al viaje a Brasil, tomó la vocería de los jugadores y manifestó que eran ellos los responsables por el mal momento del equipo. Agregó que sería una pena que Paulo Autuori se fuera por culpa de ellos. Si bien Barcos no es responsable por la derrota, sus palabras no se vieron reflejadas y el plantel mostró una pobre actitud, la misma que da pie para todo tipo de especulaciones y pistas sobre la profundidad de las palabras del técnico brasileño cuando dejó la puerta abierta para su salida.

Nacional tocó fondo de la peor manera. La derrota siempre es posible, pero no bajo las circunstancias vistas: Jugadores caminando la cancha, con errores infantiles y fallas de amateur que le facilitaron el trabajo a un Fluminense que supo despedazar a su rival. Algo se rompió en los más profundo del Verde, Autuori se dio cuenta e intentó solventarlo, pero su misión fue fallida.

El corazón del hincha está tan destrozado como la imagen que dejaron los que jugaron. La decepción es total y entendible. El que paga la boleta o lo sigue por televisión, exige soluciones profundas que le pongan fin a los dos años de tumbos y fracasos deportivos. La paciencia se acabó y no aguanta más humillaciones. Ni una más.

Lo que tampoco parece aguantar más es la paciencia de Paulo Autuori. Es claro que la directiva hará todo para garantizar su continuidad, pero un viejo zorro de su trayectoria sabe cuándo es el momento de dar el portazo y dejar, como él lo dijo, de ser terco y persistente. Autuori es responsable por la debacle, por supuesto, pero son los jugadores quienes deben cargar con gran parte de ese porcentaje y las directivas actuar consecuentemente.

Vienen días difíciles en Nacional en todo sentido. Lo deportivo es más que obvio y una posible salida de Autuori dejará en jaque al club para encontrar un perfil ideal que se atreva a desactivar la bomba. De la mano de lo deportivo, va lo económico, de por si ya afectado y que se profundizará con la casi segura eliminación del torneo internacional.

Nacional tocó fondo y más bajo no se puede caer. Lo único que le queda, una vez pase el caos, es resurgir. Y es urgente.