Omar De Felippe arrancó su carrera como entrenador en 1999 como ayudante de campo de Julio César Falcioni en Vélez. Tal vez desde allí pueda entenderse dónde inicia su filosofía como entrenador: primero, siempre, está el arco propio. Pero para el DT, la solidez no se construye de cualquier manera. De Felippe es la muestra de que en el fútbol argentino se puede ser “defensivo” sin dejar de lado las formas.

DE FELIPPE, A UN PASO DE LA U

Tuvieron que pasar 10 años para que el entrenador diera el salto y se largara en solitario. Fue en 2009, justo después de estar un par de años sin trabajar junto a Falcioni tras un pobre paso por Gimnasia La Plata, cuando decidió agarrar Olimpo de Bahía Blanca, que militaba en la Primera B Nacional. En la temporada siguiente, la 2009/10, logró el ascenso con tres fechas de anticipación y causando un gran impacto. Ganó 19 partidos, empató otros 14 y solo perdió cuatro, pero tuvo una capacidad goleadora abrumadora: convirtió 50 tantos en 38 fechas. En la temporada 2010/11 en la Primera División no solo logró la permanencia, sino que el Aurinegro terminó cuarto en el Torneo Clausura 2011, logrando 30 puntos.

Para la temporada 2011/12 regresó a dirigir en la segunda categoría, cuando se hizo cargo de Quilmes a 11 fechas del final del certamen. El objetivo era el ascenso directo, lo cual consiguió con siete triunfos, 21 goles a favor y apenas cinco en contra. Terminó segundo, a tan solo un punto de -ni más ni menos- que River. La historia se repitió en Independiente, en donde firmó para la temporada 2013/14 y con 18 triunfos, 14 empates y tan solo siete derrotas logró devolver al Rojo a la máxima categoría. Los Diablos fueron, además, de los máximos goleadores del certamen, con 47 tantos a favor y solo 13 en contra.

¿De qué sirven todos estos números? Para explicar fácticamente su postura a la hora de gestionar un plantel. “Me gusta tener enganche, delanteros por adentro y por afuera. Pero más allá del sistema lo importante es el concepto. Conmigo el jugador tiene permiso para jugar. Ese concepto no se negocia y es el punto de partida“, explicó en una entrevista en Clarín. “Muchas veces yo le digo a un jugador, ‘equivocate, no tengas miedo’. En definitiva, los miedos están para quitárselos. Si no, todo se hace mecánico, la tiramos para arriba y esperamos la segunda jugada. Pero así nadie intenta un poco más y se pierde la esencia de este juego que es hermoso”, agregó.

De Felippe suele jugar 4-4-2, aunque no se casa con ningún estilo. En Independiente, por ejemplo, fue uno de los primeros en implementar el 4-2-3-1, con Montenegro y Miranda, dos generadores de juego, en cancha. En Emelec, en donde fue campeón del campeonato en 2015, aplicó una mezcla entre ambos, dependiendo en gran medida de los rivales. Sus últimos pasos fueron por Vélez y Newell’s: en el Fortín, intentó volver a las bases, producto de un grupo con muchos juveniles, pero en Newell’s regresó a un esquema con dos extremos, un ’10’ y un solo punta. En ninguno de los dos logró el éxito que tuvo previamente.