Hace una semana la recién asumida ministra del Deporte, Cecilia Pérez, enfatizó en que Chile daría las máximas condiciones de seguridad para realizar la final única de Copa Libertadores, a pesar del estallido social que se viven en las calles.

Demandas sociales que marcaron un hito en el fútbol sudamericano, ya que Conmebol tomó la palabra y decidió suspender el máximo evento de la Copa y trasladar todo a Lima, Perú. Todo, literal, ya que se mantiene la fecha del 23 de noviembre para disputar el partido entre Flamengo vs. River Plate.

Ese fue el primer hit contra el nuevo Ministerio de Deportes, ya que la segunda sorpresa vino desde el fútbol local. 

En un principio el Gobierno, a través de la Intendencia Metropolitana, solicitaban volver lo antes posible con el Campeonato Nacional, para “volver a la normalidad” con las actividades deportivas. Pero el SIFUP dijo claramente: “No”.

Y es que luego que se reuniera el sindicato de futbolistas, se determinó que no están dispuestos a jugar sin las condiciones de seguridad necesarias. Esto, ya que se mantienen las marchas y protestas.

Además quisieron mostrar su apoyo a las manifestaciones sin “normalizar” el fútbol, ya que el país sigue teniendo distintos puntos de conflicto.

Dos golpes fuertes al Gobierno, y a su ministra de Deportes, quien tenía la misión de levantar los eventos programados.