A más de un escritor o director de cine le habrá dado envidia esta historia que bien podría ser un cuento o una película taquillera. Sin embargo, no fue ficción: sucedió de verdad, comprobando que la realidad es más fantástica que la propia fantasía. Un perro rescató la Copa del Mundo. Sí, así, como se lee. Fue en el Mundial de Inglaterra, en 1966. Una de las historias más curiosas que regala este deporte.
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El 20 de marzo de aquel año, el trofeo, llamado Jules Rimet, fue robado del Westminster Central Hall de Londres. El valor que tenía, según informó la BBC, era de 30 mil libras esterlinas. Inmediatamente, claro está, comenzó una investigación para esclarecer el hecho y una incansable búsqueda para recuperarlo. Por las dudas, al mismo tiempo, se empezó a barajar la idea de construir una réplica exacta.
El 27 de marzo de 1966, siete días después del robo, David Corbett paseaba a Pickles, su perro, por South Norwood, al sur de Londres. Pickles, de repente, comenzó a ladrar y a escarbar. Corbett se desorientó. “Al principio, creí que era una bomba”, reconoció. Y contó luego el desenlace: “Empecé a desenvolver el objeto, pero nada se movió. Entonces vi que ponía ‘Brasil’, ‘Alemania’… Y fui corriendo a avisar a mi mujer”.
Pickles se convirtió en un héroe, en toda una celebridad, y hasta recibió un premio: comida para todo un año. Paradojas del destino: en plena fama, un año después de su heroico hallazgo, su correa se enganchó con un árbol, mientras perseguía a un gato, y murió asfixiado.
Fuente: OPTA