Colo Colo es cuartofinalista con un once que sabe adaptarse a todo tipo de condiciones. Las favorables las había resuelto sin mayores sobresaltos. E hizo lo propio con una donde el escenario era adverso. Sufriendo como ante Atlético Nacional, hoy eliminado, en el anterior pase de ronda. Los octavos ya eran un premio inédito para milea de hinchas colocolinos.
Arrinconado se clasificó. Tocando. Fortaleciéndose desde sus circuitos defensivos a medida que Corinthians iba agotando sus balas, no siempre acertadas y un tanto desesperadas. Su Pantera, arriba y con su anterior Libertadores bajo el brazo, descontroló a los de blanco. Desde el capitán hacia abajo.
El Cacique borró a un gigante que encontró en la cabeza de Lucas Barrios a su sentencia. El gol de visita chileno no fue suficiente. Tuvo a once, y luego a otros tres, que pusieron encima el éxito por sobre el lujo. La trascendencia primero y el jugar lindo segundo. Pero no por eso no lo intentaron frente a la resistencia local, casi siempre sin dirección y con el escenario de clasificación a su favor.
La calma los guió, el arsenal de técnicos de casa confirmó otra gloria, mientras que Orion, Zaldivia, Barroso, Insaurralde, Opazo, Carmona, Baeza, Pérez, Valdivia, Barrios, Paredes y después Fierro, Pavez y Campos avisaron que el campeón chileno sabe ganarle mano a mano a un brasileño. Al campeón brasileño, de los más altos presupuestos del continente. Por primera vez en la historia. Apagando rachas derroteras. Que se quedaron atrás de los que el 29 de agosto hicieron historia en el Arena del Timao. Esos que ganaron por toda una generación que siempre había llorado con los de afuera y ahogado esas penas con copas caseras.