“A mi lo que me motiva es la gente, la hinchada. Uno quiere seguir sumando campeonatos y seguir dándole alegrías al hincha que de verdad ama a este club”. Cuando a Carlos Tevez le preguntan por qué desea continuar un año más en Boca, la respuesta vira automáticamente hacia el romanticismo. Y es que hay una vocecita desde atrás que lo preocupa: una que le remarca el poco protagonismo del último año, que ni siquiera jugó la final contra River y que le recuerda que su físico empieza a extinguirse.

LA GUERRA POR VESTIR A BOCA

Carlitos está preocupado. Se nota en su voz, en su postura. La escapada a China le jugó más en contra que cualquier otra decisión que tomó a lo largo de su exitosa carrera. Le hizo lo peor que le pueden hacer a un futbolista: lo relegó. Se vio alejado de la titularidad, sin un lugar ni adentro ni afuera de la cancha. Si no tuviese el apellido que tiene, el 2018 hubiese sido un año tan intrascendente como el que vivió en Asia. Por eso, la llegada de Gustavo Alfaro se convirtió en la luz al final del túnel.

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“Tiene mucho para dar, él es nuestro abanderado, el jugador más emblemático por naturaleza que tiene este plantel. Tenemos que apoyarnos en él”, aseguró el flamante entrenador en su presentación. Las palabras se transformaron rápidamente en hechos: el Lechuga tuvo una reunión con él en la que hablaron sobre su idea y en lo que se espera de él. Horas después, se lo vio al Apache moverse entre los titulares en una práctica y, en una entrevista con los hinchas, reveló que volvería a utilizar la ’10’. Lo hizo ante Unión, el primer partido del año, junto a la cinta de capitán.

No solo eso: Lechuga lo puso en la posición que tanto anheló desde su regresó y que tanto le negó Guillermo Barros Schelotto. Detrás del centrodelantero -ante el Tatengue fue Darío Benedetto-, Tevez intentó hacerse cargo de cada ataque de su equipo. Y aunque no fue determinante y generó pocas situaciones de gol -apenas una-, se lo vio enchufado, con ganas, peleando cada pelota. Le falta ritmo y se nota. Pero la recuperación que inició el cuerpo técnico empieza a verse en el campo de juego.

Eso sí, la advertencia de Alfaro no debe ser pasada por alto: “Le vamos a exigir como a cualquier otro”. Aunque el comienzo sea bueno, el camino todavía es largo.