La U salió apremiada a la cancha del Estadio Nacional a enfrentar al Melgar. El resultado de la ida lo obligaba. Por lo mismo le apuntó al arco de Carlos Cáceda. Era su objetivo. Debía marcar y no recibir. Así convirtió a los defensores en sus finalizadores en primera instancia. El lapso inicial transcurrió entre un dominio territorial de los azules y un cúmulo de llegadas de los más acostumbrados a la última línea.
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Mientras Matías Rodríguez desvió un cabezazo y erró un derechazo inmejorable (que hizo explotar de desesperación a su DT), Sergio Vittor le dio a las manos de Cáceda desde pelota muerta y con su testa no encontró la dierección acertada. No fueron los únicos que destacaron. Lucas Aveldaño también ganó de aire para exigir otra contención del mubndialista, esta vez exigido en serio, y Rodrigo Echeverría probó tanto una mediachilena como un cabezazo. La primera le salió sin demasiada fuerza, el otro se perdió por la izquierda.
Pero mientras los chilenos pujaban por ese gol que alargase la definición hasta los tiros penales, El León del Sur encontraba en Joel Sánchez y Bernardo Cuesta a sus armas de mayor peligro. Una filtración que rompió los muros laicos terminó con el 9 y capitán castigando a Johnny Herrera -en correcto offside– y los dos tiros del seleccionado incaico no alcanzaron destino de red, por la imprecisión de una chance que pasó rozando el palo y un gran achique del ídolo local.
La denuncia de un discapacitado
Sin premio y con más apremio todavía, Kudelka confió en los mismos once para el arranque del complemento y buscó el protagonismo que en sus arietes apenas se había conquistado con el aislado travesaño que impactó Gabriel Torres. Y se encontró con la fórmula archirepetida del empuje cuando pena el fútbol, aunque la ilusión regresó con la renovación del ataque, gentileza Leandro Benegas y Matías Campos López, más la expulsión de Nicolás Freitas y el balón en la línea que le sacó John Narváez al panameño Torres.
En el cierre hubo otro gol anulado por Daniel Fedorczuk, esta vez a Campos López por una falta discutible de Rodríguez sobre la resistencia de Cáceda, que volaba para controlar la pelota, y más empuje sobre la puerta del sur. Hasta que en el sexto minuto de descuento se consumó el fracaso. Porque no hubo precisión, calma, ni jerarquía copera. Los de Arequipa aguardan por Delfín o Caracas. El sueño internacional azul se posterga para una siguiente temporada.