Al igual que en cada previa de un partido en ciudades como Quito o La Paz, cómo soportaría el equipo visitante los efectos de la altura fue el tema excluyente de análisis. Para Boca no fue la excepción, incluso con la decisión de llegar a la capital ecuatoriana con 48 horas de anticipación, ni unas horas antes ni una semana para aclimatarse. Pero la respuesta la tenía Gustavo Alfaro: con un planteo que se acercaba a la perfección en el inicio y que la alcanzó de manera un poco fortuita y otro poco estratégica cuando promediaba el primer tiempo.
Boca goleó a Liga de Quito en la altura y tiene pie y medio en semifinales
Está claro que el Xeneize jugó el mejor partido del ciclo del DT en la Casa Blanca, ante un equipo que fue una sombra de lo que se decía que era, aunque las estadísticas marcaran que era imbatible en su territorio. Lechuga rompió con su propia idea de armarse “de atrás para adelante” y focalizó todo en el centro del campo, sabiendo que ahí se desataba la madre de todas las batallas.
Con el eje Marcone – Capaldo como piedra basal, entendió que apostar al vértigo por los extremos no daría rédito y movió las piezas: volcó a Zárate a la izquierda, mandó al centro a Mac Allister y en la primera clara llegó el gol: daga a la espalda de los centrales del 8 para que Wanchope, decidido a hacer olvidar a Benedetto y la danza de nombres para reemplazarlo, eluda a Gabbarini y ponga el 1-0.
La desgracia se transformó en fortuna unos minutos después, cuando la muñeca de Alfaro hizo el resto del trabajo: Zárate debió salir por una lesión muscular y en lugar de mandar a la cancha a Tevez, como parecía dudar antes del encuentro por el buen nivel del Apache, decidió apostar por otro mediocampista de “buen pie” como Bebelo Reynoso, que terminó siendo la última pieza para la perfeccón del engranaje.
Una imagen: Capaldo encabeza una contra y busca a Salvio en profundidad, con espacios pero sin aire más que para reclamar el pase “al pie”. Con el 30 en la cancha, dejaron de correr los jugadores para que lo haga la pelota. Liga, con uno menos por la irresponsabilidad de Orejuela que casi le destroza el tobillo a Reynoso, nunca supo salir de la telaraña de contención y salida rápida, cuidando el oxígeno como un tesoro.
Los goles del mencionado Bebelo de tiro libre y de Caicedo en contra, aunque con participación decisiva de Wanchope, le dieron un clima de serie cerrada aunque faltan 90 minutos en La Bombonera. Con Alfaro en su esplendor como estratega, Boca logró que el equipo que sufra la altura sea Liga y empiece a mirar las semifinales con el posible Superclásico en el horizonte.