La Bombonera aplaude, en una mezcla de sentimientos confusos. Hay mucha bronca, hay algo de orgullo. Hay resignación. Boca fue más que River, pero no le alcanzó. El 2-0 en la ida y los errores de planificación confluyen en la inevitable eliminación. Pero el hincha reconoce el esfuerzo y reenfoca su enojo hacia el palco presidencial, en donde todavía quedan algunos directivos que reciben los insultos. Nadie, hasta ese momento, pensaba en otro culpable. Pero la noche todavía no había terminado.

¿QUÉ PASA CON LA RENOVACIÓN DE TEVEZ?

“Quiero tratar de terminar de la mejor manera posible estos partidos que quedan con los jugadores y después irme a mi casa a recuperar mi vida”, dijo Gustavo Alfaro, casi como una autosentencia capital que despertó cuestionamientos en donde no los había. De pronto, los que solo responsabilizaban a la dirigencia, empezaron a criticar al cuerpo técnico y el sostén del DT dentro del club empezó a desmoronarse.

Cuentan que Nicolás Burdisso habló con él en la madrugada del miércoles. Que le recriminó sus dichos y que le preguntó por qué lo dijo. Lo seguro es que este jueves, en la primera práctica luego del “triunfo” ante el Millonario, tanto el director deportivo como Aníbal Matellán, su mano derecha, se presentaron en el Complejo Pedro Pompilio y charlaron con el técnico cerca de media hora. En parte, hubo apoyo, pero en parte, también, reprobación por el apuro y el momento elegido para semejante frase sin siquiera haber hablado con ellos antes, quienes le dieron desde el primer minuto la confianza y que son quienes apuestan por su continuidad.

El futuro de Alfaro en el club parece más bien oscuro. Sus palabras fueron viscerales. Nacieron desde un sentimiento de reencontrarse con la tranquilidad. De la falta de disfrute del último año. Pero no todo siquiera depende de sus ganas de seguir en el banco xeneize: si en las elecciones no se impone Christian Gribaudo y sus reemplazantes deciden cesar a la secretaría técnica, ello concluirá el ciclo del entrenador.