Con Flamengo como gran favorito para revalidar el título, el campeonato brasileño de primera división, el Brasileirao, arranca este sábado 8 de agosto sin público, con tres meses de retraso a causa de la pandemia de coronavirus, y sin que esta haya sido controlada.
El Campeonato Carioca de fútbol (del estado de Rio de Janeiro) fue el primer torneo deportivo de Sudamérica en volver a la actividad, el 18 de junio, aunque con mucha polémica. Fluminense y Botafogo, que se negaban a jugar alegando riesgos sanitarios, finalmente lo hicieron acatando una decisión judicial.
En ese momento, había en Brasil unos 978.000 contaminados y 47.748 muertos. Este martes, el país (el segundo más afectado detrás de Estados Unidos), tiene 2,8 millones de afectados y casi 96.000 muertos.
Centenar de casos
El segundo torneo regional en volver, el Catarinense (del estado meridional de Santa Catarina), se suspendió tres días después de su reinicio por un brote de casos.
Más de 100 jugadores de los 20 equipos de la Serie A del Brasileirao dieron positivo por la Covid-19 hasta la semana pasada, aunque la mayoría ya se recuperó. El más afectado ha sido el Corinthians, donde al menos 23 de sus 33 futbolistas fueron infectados.
Pese a esas alertas, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) asegura que extremó todas las medidas de seguridad para el torneo nacional.
Ello incluye jugar sin público, realizar pruebas constantes de detección del virus y limitar la presencia de personas con acceso a los vestuarios y al estadio los días de partido.
Otro desafío serán los largos desplazamientos de los equipos en un país de dimensiones continentales.
En la primera fecha, el Athlético Paranaense deberá viajar desde el estado de Paraná hasta el de Ceará, a más de 3.000 km, donde será recibido por el Fortaleza.
La CBF estableció que jugadores, cuerpo técnico y los árbitros de cada partido sean sometidos a una prueba de detección del virus 72 horas antes de cada partido. Y todos los estadios serán higienizados cuatro horas antes.
Menos igualdad
En el plano deportivo, tras ser considerada durante muchos años la liga más igualada del mundo, el Brasileirao ha visto cómo la paridad se ha ido reduciendo.
Si este año Flamengo, Fluminense, Corinthians o Palmeiras ganan el torneo, será la primera vez desde la década de 1960 que cinco equipos se repartan los trofeos del período (el otro campeón es el Cruzeiro, que este año jugará la Serie B). En la década del 80, fueron 9.
Flamengo, que el año pasado ganó con autoridad el Brasileirao y levantó la Libertadores, es el gran favorito para repetir título, aunque perdió hace unos días al gran artífice de su éxito en 2019, el técnico portugués Jorge Jesús, que aceptó una oferta del Benfica de Lisboa.
Para suplirle, el club carioca optó por otro europeo, el catalán Domènec Torrent, auxiliar de Pep Guardiola durante una década y cuya única experiencia en un banquillo de élite fue un año y medio en el New York City estadounidense.
Otro favorito es el Palmeiras, campeón en 2016 y 2018, aunque falta por ver cómo responderá a la pérdida de su estrella, el mediapunta Dudu, quien marchó al fútbol catarí. El club de Sao Paulo optó por no contratar a nadie en su lugar, confiando en su amplia plantilla.
Sin el poderío económico de Flamengo y Palmeiras, el Sao Paulo con su veterano Daniel Alves, el Atlético Mineiro de los venezolanos Jefferson Savarino y Rómulo Otero, y los dos conjuntos de Porto Alegre, Gremio e Internacional, aparecen como outsiders.
Capítulo aparte merece el recién ascendido Bragantino, que el año pasado firmó un acuerdo de asociación con la multinacional Red Bull, siguiendo el ejemplo del Salzburgo austríaco, el Leipzig alemán o el New York estadounidense. El equipo paulista ha formado un plantel lleno de jóvenes promesas con el que aspira, como mínimo, a clasificarse para la próxima Libertadores.
Por primera vez, el Brasileirao terminará el año siguiente, a causa del atraso inicial. Inicialmente debía jugarse del 2 de mayo al 6 de diciembre. En el nuevo programa irá del 8 de agosto al 24 de febrero de 2021.