El equipo blaugrana necesita salir del hoyo para que la rueda empiece a girar y el club consiga todos sus objetivos deportivos, económicos y sociales.

¿Se acuerdan del ‘Círculo Virtuoso’? Fue la expresión que se usó en 2003 para definir el proyecto de un joven Joan Laporta que había ganado las elecciones a la presidencia del Barça con un equipo lleno de caras hoy conocidas: Sandro Rosell, Josep Maria Bartomeu, Ferran Soriano, Marc Ingla, etc. El ‘Círculo Virtuoso’ era un pez que se mordía la cola. A mejor gestión económica, más ingresos, mejores fichajes, mejor fútbol y títulos. A esos títulos les acompañará una afición cada vez más fiel y la expansión de ese sentimiento azulgrana alrededor del mundo llevará a más ingresos, que a la vez proporcionarán nuevos fichajes, más buen fútbol y más títulos. Así se cerraba el círculo.

A día de hoy, el Barça no tiene nada de esto. El club deambula por un agujero negro, trabajando en la llegada de nuevos ingresos sin una ilusión que vender. El equipo no pita, falta talento a toneladas, los cracks mediáticos se han marchado y no tiene un euro para asaltar el mercado y fichar a una figura de talla mundial. En su momento, con pocos ingresos -pero con las cuentas salvables- Laporta y Rosell ficharon a Ronaldinho. La inversión no fue muy alta, 24 millones de euros, pero el club se tuvo que apretar el cinturón y rezar para que saliera bien. Mejor no pudo ir, a la vista están los resultados deportivos y económicos que provocó la llegada del Gaúcho. Pero ahora el Barcelona no puede invertir nada. La caja fuerte está vacía y tiene que pagar una indemnización cercana a los 13 millones por el despido de Ronald Koeman.

El margen de maniobra es nulo. No hay dinero y buena parte de la afición ha abandonado a su equipo, harta de ver un fútbol rácano y sin personalidad. Con el estadio vacío, sin juego y sin victorias se hace difícil salir a buscar nuevos ingresos. Y los que están previstos penden de un hilo. El club tiene presupuestados 20 millones de euros de la clasificación para los cuartos de final de la Champions League, algo que a día de hoy es una quimera. El martes, el Barça se juega la vida en Kiev. No ganar le deja prácticamente fuera de los octavos de final, algo que supondría un golpe muy duro no solamente para los retos deportivos, sino para las aspiraciones económicas, que ya son demasiado pobres.

El club necesita salir del hoyo y la esperanza para poder sacar la cabeza del agujero se llama Xavi Hernández. Laporta le dará las llaves del vestuario para que el ‘Círculo Virtuoso’ empiece a rodar. Para ello, Xavi tiene que convencer a los jugadores con su fútbol radicalmente cruyffista y debe conseguir que el equipo blaugrana termine entre los cuatro primeros clasificados de LaLiga. Sin entrar en la Champions, el círculo se rompe y todo el proyecto se tambalea. Con 11 jornadas disputadas en LaLiga, el Barcelona tiene los mismos puntos (16) que en la temporada 2002-03, la peor de la era moderna. Esa temporada, que acabó con la dimisión del presidente Joan Gaspart, el Barça terminó sexto en la tabla. Hoy sería un descalabro irreparable. Xavi Hernández tiene en sus manos la salvación.