Fue un partido cambiante en el Monumental. O’Higgins celebró temprano, por partida doble. Colo Colo lo hizo en el segundo tiempo, cuando se reposicionó entre la obligación y el ímpetu. El empate que lucía definitivo, incluso tras levantar un 0 a 2, no convencía al local que desaprovechaba la caída de Unión Española, el líder del campeonato. Pero Esteban Paredes apareció. Como siempre.
El par de Gabriel, Costa y Suazo, finiquitó las oportunidades más claras para instalar la ventaja, pero un tiro libre de Ramón Fernández que acabó con el tanto de Juan Fuentes -especialista en marcarle al Cacique- y el golazo de Maxi Salas, comandado por el contragolpe de Fabrizio Ramírez y desde casi 30 metros, compenetraron a los once de blanco: no les entró nada más en la cabeza que conquistar una remontada.
De 7 remates en el lapso inicial, el albo pasó a generarse 14 en el definitivo. Duplicó su faena. Rotó la pelota por todos los rincones. El primero de esos disparos fue el descuento de Suazo, el quinto el gol olímpico de Costa -o autogol de Miguel Pinto- y el último el 211 del Tanque, que le pisa los talones a Chamaco Valdés -quedó a 4 del máximo artillero histórico-. Villanueva se vistió de Valdivia, hoy un espléndido todocampista; Suazo está cada vez más sólido aunque le falló la precisión; Costa, Mouche y Gutiérrez se comieron la banda.
El Capo se derrumbó, dejó de proponer y de buscar el triunfo. Lo maniataron. Paredes explicó un “cambio de actitud” y relató una charla “serena” en el entretiempo de uno de los juegos más intensos del año en Chile.