El 9 de diciembre del 2018 cambió la historia para los dos equipos más importantes del fútbol argentino, con la recordada final de la Copa Libertadores mudada a Madrid y que quedó en manos de River tras derrotar a Boca por 3-1 en tiempo suplementario. Hasta ahí, la síntesis más breve del día que nadie podrá olvidar, ya sea vencedor o vencido, porque obligó a ambos a comenzar a escribir una nueva historia desde la necesidad de revancha o para ir en busca de nuevos retos.
Para los de Gallardo, el año no terminó ese día y debió viajar a Dubai para afrontar el Mundial de Clubes, aunque la cabeza seguía en el Santiago Bernabéu y, por primera vez, un equipo argentino no pudo superar la final, tras caer por penales ante Al-Ain. Hubo un partido por el tercer puesto, poco recordado como casi todos, en el que venció 4-0 a Kashima Antlers para poder ponerle fin a su actividad y regresar a Argentina después de dos semanas extenuantes y festejar junto a sus hinchas en un Monumental donde no cabía un alfiler y en el que se despidió oficialmente el Pity Martínez, la gran figura del equipo.
Por el lado Xeneize, las consecuencias de la final quedaron en evidencia cuando se anunció la salida de Guillermo Barros Schelotto luego de dos años y medio y un importante desgaste más allá de ganar dos veces la Superliga: la derrota pedía a gritos un cambio de timón y así lo entendió Daniel Angelici, quien unos días después anunció la llegada, primero, de Nicolás Burdisso como manager, y luego de Gustavo Alfaro al mando del equipo. Con el nuevo DT llegaron Lisandro López e Iván Marcone como refuerzos de jerarquía, acompañado por apuestas como Jorman Campuzano y Junior Alonso y otros que llegaron como alternativa y no sumaron demasiados minutos, como Marcos Díaz y Kevin Mac Allister.
En Núñez prácticamente no hubo descanso y la pretemporada fue más acotada de lo que necesitaba Marcelo Gallardo, ya que debió recuperar cuatro partidos del semestre anterior. En materia de refuerzos, el más importante fue Matías Suárez, acompañado por Robert Rojas y Jorge Carrascal. Pero aquel inicio del 2019 no fue el ideal y no solo perdió tres de cuatro partidos, sino que sufrió la gravísima lesión de Juanfer Quintero cuando era el dueño del equipo, sumado a la de Milton Casco, Exequiel Palacios y otras lesiones menores que afectaron a buena parte del once inicial.
Los resultados favorables le permitieron a Boca acomodarse sobre la marcha, aunque se mantenía en el debe el volumen del juego exhibido, una constante a lo largo del semestre y que quedó expuesta en la derrota más dura en este lapso, el 0-3 contra Athletico Paranaense. Sin embargo, el punto alto llegó de la mano de un título tan menor como necesario: la Supercopa Argentina, en la que fue ampliamente superior a Rosario Central pero necesitó de los penales para volver a festejar. A nivel jugadores, el entrenador encontró solidez en el gran nivel de Andrada y Lichi López y elevó el nivel de Mauro Zárate, aunque no sin polémica por su disputa por la titularidad con Carlos Tevez, que se llevó buena parte del tiempo de competencia.
La Superliga finalizó con el Xeneize en el tercer puesto y el Millonario en el cuarto, lo cual incluye como detalle no menor que los de Alfaro jugarán directamente la fase de grupos de la Copa Libertadores 2020 y los de Gallardo deberán sortear el repechaje previo. Llegaba la Copa Superliga y dos realidades contrapuestas: River se despidió en cuartos de final luego de jugar su peor partido del año en Tucumán, donde perdió 3 a 0, pero quedar en la puerta de la heroica al ganar 4-1 la revancha, en una noche donde debió golear por la diferencia necesaria. Los de azul y oro llegaron a los tumbos, tras una noche caliente y difícil de olvidar para Mauro Zárate y Vélez en cuartos de final y con un ajustado 1-0 contra Argentinos Juniors. Pero en la final, donde volvió a ser un equipo ampliamente dominador, falló dos veces y perdió 2-0 contra Tigre, dejando pasar la chance de sumar un nuevo título local.
Y así como ocurriera el 9 de diciembre, la alegría en el final de este medio año fue toda de River, con la obtención de la Recopa: ante Athletico Paranaense perdió 1-0 la ida, pero en otra noche mágica en el Monumental lo dio vuelta y ganó 3-0, con una nueva participación decisiva de Lucas Pratto, que consolidó su idolatría a fuerza de goles y sacrificio.
Pasó un semestre calendario, seis meses completos y aunque ya corrió agua debajo del puente, todo parece estar como al principio y Boca nuevamente aparece preso de sus urgencias, en busca de revolucionar el mercado de pases para sacarse la espina de Madrid con refuerzos de jerarquía internacional que no incorporó en enero. Y en River, aunque el sueño siga siendo repetir el logro obtenido en España, todo marcha en orden de la mano del entrenador que forjó y aún escribe páginas del libro del mejor ciclo de la era moderna del club.