Un debate que se volvió recurrente durante el ciclo de Lionel Scaloni en la Selección argentina es acerca de la necesidad de incluir a un ‘5’ de marca que respalde a Leandro Paredes en las tareas defensivas. Pero esta idea podría echarse por tierra cuando se observa el juego del “nuevo River”, que encuentra en Enzo Pérez a su mediocampista que hace las veces de tapón por las lesiones de Ponzio. Y esta nueva forma de jugar del mendocino nace de quien estará en el banco de suplentes rival en la final de la Copa Libertadores.
Jorge Jesús estuvo cinco temporadas al frente de Benfica, entre 2009 y 2014, durante las cuales logró ganar tres veces la Liga de Portugal, además de llegar a dos finales de Europa League. El mendocino llegó a Lisboa a mediados del 2011 luego de ganar la Copa Libertadores 2009 y el Apertura 2010 con Estudiantes, pero no logró adaptarse y regresó a los seis meses al Pincha.
A su regreso a las Águilas, nada sería igual. Aquel mediocampista por derecha que Sabella utilizaba como ‘8’ clásico, con más responsabilidad ofensiva que defensiva, sufrió una modificación que cambiaría su carrera y fue obra del actual entrenador de Flamengo: lo colocó al lado de Nemanja Matic en el centro del campo, le dio nuevas tareas en el esquema y lo transformó en el mejor jugador del campeonato en la campaña 2013-14. Pachorra, que lo conocía del León, lo llevó a la Copa del Mundo 2014 y fue titular en la semifinal y en la final, unos pocos metros por delante de Mascherano.
“‘Quedate tranquilo, vamos a practicar. Te voy a mostrar videos y haremos ejercicios después de hora’, me dijo. Terminé siendo el mejor futbolista del año en Portugal, tenía razón. Es un monstruo tácticamente“, reconoció en una entrevista a El Gráfico.
A los seis meses de ese galardón, Valencia pagaba 25 millones de euros por él y Benfica perdía así a su cerebro. Después de dos años y medio de inestabilidad en Mestalla, donde pasaba de capitán a suplente sin escalas, decidió cumplir su sueño de chico: jugar en River, donde ganaría la Copa Libertadores 2018 siendo el principal ladero de Ponzio, hasta que las lesiones empezaron a aquejar al León y Gallardo, otro monstruo de la táctica, lo transformó en el único centrocampista.
El 23 de noviembre seguramente se fundan en un abrazo pero cuando ruede la pelota ambos buscarán festejar frente al otro, porque la final de la Copa Libertadores determinará si el alumno puede utilizar lo que aprendió contra su maestro o éste lo conoce tan bien que puede explotar sus puntos débiles.