Un papelón sin precedentes es lo que sucedió en San Pablo durante el clásico entre Brasil y Argentina: luego de que CONMEBOL diera luz verde para que el encuentro se disputara tras la polémica que se armó con los jugadores que habían viajado desde el Reino Unido, autoridades sanitarias ingresaron al campo de juego del Arena Corinthians a los cinco minutos de iniciado el partido para llevarse a los futbolistas de la Premier League y el resto del seleccionado argentino decidió retirarse y dar por suspendido el compromiso.
El problema inició en la previa del cotejo, cuando la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (Anvisa) presionó para deportar a Emiliano Martínez, Giovani Lo Celso, Cristian Romero y Emiliano Buendía, quienes fueron investigados por un supuesto incumplimiento de los protocolos de COVID-19. “Cuatro jugadores argentinos ingresaron a Brasil incumpliendo las normas sanitarias del país al declarar información falsa en el formulario oficial de no haber pasado por ninguno de los cuatro países con restricciones”, informaron en un comunicado. Sin embargo, la CONMEBOL intervino y presionó a la Confederación Brasileña para que permitiera que el plantel de la Albiceleste pudiera trasladarse completo al estadio.
El duelo dio inicio pasadas las 16, pero apenas duró unos minutos: un hombre se presentó dentro del campo de juego, se cruzó con Nicolás Otamendi y, luego de unos minutos de desconcierto, Lionel Messi y Lionel Scaloni decidieron que el equipo se retire del estadio. “Nos vamos”, pudo distinguirse que dijo la Pulga, antes de encontrarse con Dani Alves, Neymar y Tite para explicar la decisión tomada de manera unilateral en apoyo a sus compañeros.
En esa misma línea, CONMEBOL comunicó que fue el árbitro, Jesús Valenzuela, quien confirmó la suspensión del partido y que elevarán un informe a la Comisión Disciplinaria de la FIFA, la cual será la encargada de dictar las sanciones pertinentes.