España se ha quedado sin el billete para los cuartos de final tras perder ante Rusia en Moscú en la tanda de penaltis. Se trata de la enésima ocasión en la que la Selección es eliminada por un anfitrión de un gran torneo, Eurocopas o Mundiales, tras las malas experiencias vividas, tanto en resultado como en arbitraje, con Portugal (2004), Corea del Sur (2002), Inglaterra (1996), Alemania Federal (1988)… Un listado largo en el que entrará desde ahora Rusia en este 2018.

España superó la precipitación con la que había arrancado a base de posesiones largas, de dominar el juego, sello habitual de la selección española en los últimos años. El tempranero tanto de Ramos, en colaboración con Ignashévich, intensificó los papeles de ambos equipos, dejando Rusia exageradamente el control del cuero a la Roja, a la espera de lanzar una contra que no acababa de llegar. De hecho, el tanto del empate se producía por una pena máxima pitada por clara mano de Piqué y que Dziuba se encargaba de materializar. Justo antes del descanso.

El empate y la presión del público levantaron el ánimo de los rusos, quienes mantuvieron un duelo mucho más parejo en la segunda mitad, no dejando tanto espacio a los pupilos de Hierro y apareciendo en las inmediaciones del área de De Gea. Mientras, España mostraba una asombrosa falta de ritmo y de ideas, incapaz de romper la muralla rusa pero arriesgando en exceso. La Roja marchaba abocada a una ruleta rusa particular de emociones, nunca mejor dicho, con la prórroga del encuentro en el horizonte, primera en el Mundial.

El guión se reproducía en el tiempo extra. El estéril dominio de España en la mayor parte de los anteriores 90 minutos vivía los últimos coletazos, con más corazón que cabeza, con más peligro, pero que no evitaba la tanda de penaltis. Allí la suerte desde los once metros dio la espalda a España, fallando Koke y Aspas desde los once metros, firmando la enésima eliminación de España ante un anfitrión.