Francia no entró a atacar. Todo lo contrario: se cuidó, se combinó lo justo y necesario y esperó la furia del ataque croata… que solo apareció en momentos puntuales. Y la jerarquía consagró a Les Bleus en un complemento donde fueron fieles al estilo que los guió hasta el partido final en Moscú.
El Luzhniki Stadium, lleno, fue testigo de un foul inexistente de Marcelo Brozovic que alentó el servicio de Antoine Griezmann y el gol en contra de Mario Mandzukic que de sicológico no tuvo nada. Por la misma vía, la del tiro libre, llegó la igualdad de Ivan Perisic, que postula a la joya de la noche. Luka Modric remató y Domagoj Vida se aprovechó de los rebotes para que el zurdo de Inter se inscribiera.
De héroe a villano, Perisic sufrió el castigo del VAR por una mano evidente. El colchonero Griezmann se fue a descansar con la ventaja tras engañar a Danijel Subasic desde los doce pasos. Con serenidad, el campeón entendió la superioridad del contrario a nivel de control del balón y de la construcción de juego.
Hugo Lloris, con manoztazo, amagó el intento de Ante Rebic, el último atisbo real de reacción para los de Zlatko Dalic. Porque luego Didier Deschamps decidió bien sus cambios, impuso su forma de defender y arriba goleó. Antes, eso sí, Subasic le achicó a Kylian Mbappé, que cayéndose se deshizo de Vida y sacó un tiro enorme. Digno del mejor joven de toda la Copa.
Paul Pogba castigó con su zurda. Desde fuera del área hasta la esquina del arco. Mbappé sacó la derecha. Tras medio gol de Lucas Hernández. Vida quedó parado, tal como Subasic, y es que ni con el descuento de Mandzukic pudo competir Croacia. Se apagó dominando, mermado desde lo físico y digno. Enganchó de más Lloris y el de Juventus apareció preciso. No fue la noche del resto de sus compañeros. Sí el de Francia, el campeón. Por segunda vez. Veinte años después vuelve la gloria. Fieles a la idea de principio a fin. La de la jerarquía y la efectividad.