Hay una penosa realidad que es, al mismo tiempo, una preocupante advertencia: existe una Europa racista que el fútbol ya no puede tapar. Y no lo puede hacer a pesar de buenas intenciones o tomando (¿tibias?) medidas para contrarrestar lo que se escucha y lo que se ve. El 2019 está dejando casos para la vergüenza, en cantidad, y está aportando también pruebas para certificar que una ola de racismo está volviendo a sacudir a las principales ligas del continente. O, quizá, esa ola nunca desapareció, sino que estaba adormecida…

El Francia campeón del mundo, la esperanza que se pinchó

Desde juveniles hasta estrellas como Mohamed Salah, Raheem Sterling y Callum Hudson-Odoi vivieron este año episodios condenables. Desde directivos de los clubes más importantes hasta el propio presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, se vieron obligados a hablar sobre el tema que ya no puede esconderse bajo las alfombras de alguna ceremonia de gala. “Siento vergüenza que en 2019 tengamos que organizar una conferencia para promover la diversidad. Es preocupante ver a los dirigentes mundiales y a los políticos minimizar los incidentes racistas y discriminatorios”, expresó el esloveno, máxima autoridad del fútbol europeo.

Danny Rose (29 años), defensor del Tottenham y de la Selección de Inglaterra, hasta manifestó en abril que tenía ganas de retirarse a causa del racismo. “Cuando los países son sólo castigados con una multa equivalente a lo que yo puedo gastar en una noche de fiesta en Londres, ¿qué se puede esperar?”, expresó el lateral izquierdo, de ascendencia jamaicana, definiendo como “una farsa” la pelea que se da para combatir cualquier tipo de discriminación.

NO TO RACISM UEFA JUVENTUS TURIN 10212015

Quizá, en lo que va del año, el caso que tuvo más repercusión en los medios de prensa fue el de Paul Pogba, quien, tras fallar en agosto un penalti frente al Wolverhampton, recibió tantos insultos y tantas amenazas en las redes sociales que hasta Twitter informó que tomaría “medidas agresivas” para intentar evitar que se repitan estos episodios.

El propio jugador del Manchester United, a modo de comunicado, se pronunció también a través de su cuenta de Instagram, con el hashtag #SayNoToRacism (#DecidNoAlRacismo) y una foto en la que aparece sujetando a su hijo, junto a un retrato de Martin Luther King y otro de su propio padre, Fassou Antoine: “Mis ancestros y mis padres sufrieron para que mi generación pudiera ser libre hoy, pudiera trabajar, coger el autobús, jugar al fútbol. Los insultos racistas son ignorancia y sólo pueden hacerme más fuerte y motivarme a luchar para la siguiente generación”.

Pogba racismo (sin editar)

Otro hecho que llamó este año bastante la atención y se difundió rápidamente en los medios fue el que tuvo como protagonista a Moise Kean, hijo de marfileños y gran promesa del fútbol italiano. Frente al Cagliari, por la Serie A, el por entonces joven de la Juventus marcó el segundo gol del partido (0-2) y se “lo dedicó” a la grada contraria, rechazando los insultos racistas recibidos. Tras el duelo, su compañero Leonardo Bonucci, símbolo del club, no lo defendió y hasta lo consideró culpable: “Kean sabe que cuando marca se tiene que centrar en celebrarlo con sus compañeros. Sabe que podría haber hecho algo diferente a lo que hizo. Creo que la culpa es compartida al 50%”.

Keane se encara con los ultras del Cagliari y su compañero Bonucci le censura

El histórico futbolista Lilian Thuram, campeón del mundo con Francia en 1998, no dejó pasar por alto los dichos del defensor italiano. “La reacción de Bonucci, un compañero de Kean, es tan violenta como los gritos de mono de los hinchas. Es como cuando se produce la violación de una joven y aparecen personas que justifican a los violadores poniendo de relieve que la niña iba vestida de forma provocadora. Por gente de este tipo, la lucha contra el racismo y la xenofobia está estancada”, expresó uno de los abanderados que tiene el fútbol en esta disputa.

Thuram: “Todos los negros deberían hacer frente a personas como Bonucci”

El exlateral derecho, con pasado en el Barcelona, en la Juventus, en el Monaco y en el Parma, propone medidas más drásticas para intentar ponerle un freno al problema, analizando a la vez causas y consecuencias. “El fútbol es un negocio, y las autoridades no harán nada por frenar el problema si primero no actúan los futbolistas retirándose en masa de los campos donde se produzcan estas agresiones racistas. Los futbolistas han tenido muchísimas oportunidades de abandonar los partidos, pero lo cierto es que nunca lo han hecho”, comentó el hombre que nació en Guadalupe, hace ya 47 años, y que emigró a Francia cuando tenía 9.

EL FÚTBOL ES PARTE DE UNA REALIDAD SOCIAL-POLÍTICA

En el último enero, el Parlamento Europeo hizo hincapié en que se estaba aumentando el “discurso del odio”. El ponente del informe fue el por entonces eurodiputado Josep-Maria Terricabras, quien explicó que existen varias causas para sostener esta afirmación. Una puede encontrarse en la gran llegada de migrantes que está viviendo el continente en los últimos años y, la otra, es el avance de la extrema derecha en la región. “Desde mi punto de vista, la extrema derecha aumenta en Europa en gran medida por las malas políticas de los partidos tradicionales, tanto de la derecha, como de la izquierda. Mucha gente frustrada por las malas o escasas políticas de los partidos se lanzan en brazos de aquellos que les continúan prometiendo cosas, aunque les digan que son promesas vacías”, subrayó el propio Terricabras en una entrevista con La Vanguardia.

Según datos de la Eurocámara, el 8 % de la población europea está considerada una minoría. Si bien se conocieron sucesos en varios de los países de la Unión Europea, el sociólogo Nicolas Hourcade pone el ojo en uno especial cuando se juntan las palabras racismo y fútbol: “Italia es un caso aparte por dos motivos. Uno es por su historia política con la presencia de la extrema derecha y el otro es la organización de ciertos grupos de aficionados abiertamente fascistas, que pueden estar presentes en las gradas”.

Justamente Italia, en los últimos tiempos, estuvo alimentada por las declaraciones y las acciones del ultraderechista Matteo Salvini, quien fue vicepresidente y Ministro del Interior hasta septiembre.