El juego estaba planteado para que las Chivas resistieran los embates de los Tigres. Así lo hicieron. Soportaron las llegadas de Zelarayán, Dueñas y Sosa, hasta que en jugadas afortunadas llegaron los dos goles rojiblancos en la primera parte. El triunfo estaba orientado hacia Guadalajara, pero el francés Gignac movió el curso hacia Nuevo León para emparejar el juego en tres minutos. De esta forma Tigres le empata a Chivas y deja la final de la Liga mexicana al rojo vivo.
Matías Almeyda, principal artífice de las Chivas modernas, mandó a su mejor once. Eso le permitió que sus jugadores negaran cada aproximación de los felinos. Orbelín Pineda, un tanto revolucionado, era el conector entre los mediocampistas y Alan Pulido, el nueve que tuvo sus orígenes en Tigres. En 2014 dejó de asistir a los entrenamientos del club regio para viajar a Grecia para jugar. Eso le ocasionó un problema legal y con su ex-afición. En el partido no se lo perdonaron, le recibieron con abucheos y él respondió con el primer gol. Un tiro de esquina rutinario que no pudo atajar Nahuel Guzmán terminó en las piernas del atacante del rebaño.
El 0-2 fue ocasionado por el propio Pulido, el chico que regresó a casa amedrentado por los que lo vieron debutar en primera división. El nueve de Chivas le pegó desde la izquierda del campo y Nahuel, en uno de sus peores partidos, le dejó el balón a Rodolfo Pizarro para que anotara. Los Tigres quedaron fustigados.
Las Chivas les mantuvieron a raya por más de una hora de partido. Hasta que Ricardo Ferretti, entrenador de Tigres, hizo cambios para aceitar a su maquinaria. Mandó a Jürgen Damm y a Damián Álvarez. Las bandas empezaron a generar problemas en la defensiva del Guadalajara al grado que en el minuto 85, Gignac, quien había pasado inadvertido en el campo, marcara el 1-2. Tres minutos después volvió a robar un balón para su doblete, 2-2. El estadio Universitario estalló junto con sus jugadores al recuperar terreno en una final que se decide este domingo, en territorio rojiblanco.