Roger, Danilo Avelar y Douglas habían avisado. El 8 de Corinthians, con un zurdazo que pasó muy cerca. Cruzado. Claudio Baeza levantó la mano, Jadson cambió falta penal por gol y se abrió el partido (17′) en el Arena, imponente, llena, en una noche copera donde estaba en juego un lugar entre los mejores ocho equipos de América.
Colo Colo, en su único remate al arco en todo el primer tiempo, canjeó premio: Lucas Barrios marcó de cabeza, luego de que Damián Pérez alcanzara línea de fondo. El Timao necesitaba dos goles y en su tercer intento acertó Roger, con un puntazo, un minuto después de dejar casi fuera de competencia a Julio Barroso. En un cruce fortuito, el centrodelantero impactó la nariz del zaguero y el sangrado retrasó el desenlace.
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Orion llevaba cinco paradas y el Cacique se repletaba de amarillas, la reventaba en vez de trascender, perdía pero tenía aún el panorama a su favor. Por la cabeza de Lucas, que ahora se enfrascaba con Ángel Romero, su compañero en la Albirroja. Romero, el capitán local, que desaprovechaba la más clara del local.
Los centros de Pedrinho llovían. Los de Fagner también. Y el asistente de Pitana, el argentino Gustavo Rossi, anuló dos goles locales. Pero la visita ganaba tiempo. Con Orion, con sus cambios, con la posesión inteligente del balón. Perdió en Brasil y logró lo que un Colo Colo no podía desde 1997. Esa vez, ante Nacional de Uruguay en una Copa Libertadores donde los borró Cruzeiro en semifinales. El mismo que se clasificó a cuartos, al mismo tiempo, 21 años después, a unos 580 kilómetros, y puede aparecer en el horizonte una vez más. Los albos, que aguantaron siete minutos de descuentos, apuntan a Palmeiras o Cerro. Con más hambre internacional que nunca.
