Un tiempo. Eso fue lo que necesitó Liverpool para liquidar a Leicester en su propia casa, ante la mirada del suspendido Jamie Vardy, impotente desde la tribuna, mirando su celular en repetidas ocasiones. No era para menos, en 45 minutos el conjunto dirigido por Jürgen Klopp liquidó la historia a pesar de complicarse en la parte complementaria. Un 2-1 fuera de casa que le dio a los Reds su cuarta victoria en la Premier League en la misma cantidad de partidos, que lo dejó en lo más alto de la tabla antes de la fecha FIFA.

Sadio Mané anotó el primer tanto del encuentro luego de una jugada colectiva por la banda derecha que terminó con el puntazo certero del senegalés para vencer al portero Kasper Schmeichel, mientras que el brasileño Firmino, antes del receso, puso de cabeza el 2-0 tras quedar sin marca en el área rival.

Hasta ahí todo bien, Klopp sentado y calmado. Sin embargo, los locales cambiaron el chip en el segundo tiempo y empezaron a presionar más arriba generando errores de Liverpool en el mediocampo. De hecho, así llegó el tanto del descuento tras un error del arquero Alisson, quien intentó salir jugando con los pies, perdió la pelota y dejó su arco solo para que Rachid Ghezzal pusiera el 2-1.

De inmediato el gesto del entrenador alemán pidiéndole al brasileño que rechazara lejos en vez de jugar en su propia área. Envión anímico para Leicester que estuvo cerca de la igualdad, pero que no logró concretar.

Ahora se viene la fecha FIFA y el descanso obligado en la Premier, pausa para analizar los errores, pues al regreso Liverpool se medirá, en 10 días, a Tottenham (liga), PSG (Champions) y Chelsea (Copa de la liga), todo un maratón contra clubes que no perdonarán el más mínimo error.