Llegó con perfil bajo, sin ningún bombo ni platillo, y por el contrario, con cuestionamientos por venir de un equipo de segunda división. Muchos desconocían su nombre hasta ese momento y los pocos que lo referenciaban, daban crédito de su capacidad.

Un año después de su arribo, Jorman Campuzano se ha convertido en el jugador más destacado de un Nacional que atraviesa una de sus crisis más profundas en los últimos años. El gran nivel de Jorman, es una constante para resaltar la calidad de un jugador humilde, silencioso y tímido que en la cancha se transforma en un gladiador inquebrantable.

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Con el correr de los partidos, Jorman se hizo indispensable. No solo se ganó la titularidad por encima de Raúl Loaiza y Diego Arias, sino que cuando no estuvo por lesión o sanción, su ausencia se sintió fuerte en el equipo. Jorman no solo recupera, también entrega y hace jugar. No solo entrega balones, entrega todo su fútbol, capacidad y energía en la cancha. No se ahorra nada, siempre deja hasta la última gota.

Su juventud (22años) no es impedimento para que sea el más maduro y profesional cuando se pone los cortos, lo cual le convierte en un ejemplo a seguir para las nuevas generaciones.

No es casualidad lo de Campuzano, no es producto del azar ni el resultado de una campaña mediática. Campuzano es la realidad que hoy tiene Nacional en un momento de incertidumbre, aunque desde el exterior se comiencen a levantar rumores sobre una posible salida rumbo al fútbol argentino.