River no hizo más que añadirle un nuevo y repetido episodio a esta serie del Superclásico que en los últimos tiempos lo muestra como dominador. El equipo millonario se impuso durante los primeros 90 minutos de la semifinal de la Copa Libertadores con un marcador de 2-0, que hasta pudo ser mayor dada su clara superioridad sobre Boca y el riesgo de sus aproximaciones.
El partido en el Monumental comenzó de la mejor manera para el dueño de casa, ya que logró romper el cero rápidamente: Rafael Santos Borré cayó en el área ante el asedio de dos marcadores que fueron al suelo y, un minuto después de la acción, el árbitro brasileño Raphael Claus acudió al VAR para revisar la jugada.
A pesar de que parecía que Carlos Izquierdoz -de frente- había cometido la falta, su fuerte quite fue hacia el balón aunque el involucrado en el foul desde el costado tuvo como protagonista a Emmanuel Mas, quien efectivamente derribó al hombre del Millonario y se llevó la amarilla. El penal, a los 7 minutos, fue cambiado por gol a través del propio colombiano, quien con temple disparó al medio del arco mientras Esteban Andrada se arrojaba a su derecha.
Con mayor criterio a la hora de hacer circular el balón y una posesión cercana al 70%, los de Marcelo Gallardo justificaron su diferencia y pecaron por un descuido en un contragolpe, ya que quedaron 2 contra 1, pero Nicolás Capaldo envió su zurdazo por encima del arco en el mano a mano con Franco Armani.
En la segunda mitad se agudizó la hegemonía en el juego por parte de River y le hizo precio a un Xeneize desdibujado, que no encontró respuestas a pesar de las inclusiones de Carlos Tevez y Eduardo Salvio.
Una excelente combinación entre Ignacio Fernández y Matías Suárez derivó en el gol de Nacho y el marcador adquiría mayor sentido en relación a lo visto en el desarrollo.
Milton Casco resultó un arma fundamental y peligrosa en sus incursiones por la banda derecha, Ignacio Scocco entró para amenazar el arco visitante y Suárez estuvo cerca de ampliar.
La mala noticia para los de Gustavo Alfaro fue la expulsión de Capaldo por una infracción en el tiempo de descuento (también repasada en el VAR), en la que se barrió con una pierna arriba.
Un triunfo bien festejado por River en el Superclásico y que pudo haber tenido cifras más elocuentes. Lo que está claro es que debe haber un cambio radical en ambos conjuntos -o al menos una reacción en Boca- para que el campeón vigente no llegue a una nueva final de Libertadores. El 22 de octubre, en La Bombonera, se define la historia.