El extremo está haciendo buena la apuesta que hizo el Celta en verano y su recuperación es clave para el cuadro vigués.
Carles Pérez (24 años, Granollers) está en fase de despegue en el Celta de Vigo. En sus últimas apariciones ha encadenado el registro de velocidad punta más alto de la jornada ante el Rayo (por encima de los 35 km/h), gol más asistencia ante el CD Algar y golazo ante el Gernika. La muestra todavía es pequeña, pero es significativa por su comportamiento sobre el terreno de juego.
Se está viendo un Carles Pérez más rápido tanto en lo físico como en la toma de decisiones, más desequilibrante y más atrevido. Era lo que venía a buscar a Galicia y lo está consiguiendo y En los últimos partidos se ha visto cómo encara, verticaliza, acelera y decide desde la confianza sin rehuir el uno contra uno y buscando siempre la portería contrario.
El ex del Barcelona llegó como uno de los refuerzos estrella del verano, un ‘fichaje de consenso total’ entre directiva y cuerpo técnico. Luís Campos firmó una obra de ingeniería de mercado para sacarlo de la Roma y el club de Balaídos apostó por el extremo de Granollers en busca de un elemento que hiciese la diferencia. Hasta ahora ha dejado sólo algunos fogonazos pero todo empieza a estar en línea para responder a las expectativas y a los desafíos personales pero, sobre todo, ayudar a levantar el vuelo del equipo y alejarse del descenso.
Desde el inicio del curso, esta segunda parte del campeonato estaba marcada por el jugador para despegar. El extremo ha tardado en coger velocidad, si bien, ha encontrado un contexto no fácil: la falta de resultados, la fase de adaptación, una pretemporada en la que no pudo rodar, una incorporación tardía y la herencia de la Roma. Con José Mourinho completó algunas fases más de su maduración, pero le faltaba continuidad y eso le hizo llegar sin ritmo competitivo al Celta.
Ahora ha superado esa fase de asentamiento enrevesado desde la confianza, primero de Coudet y ahora de Carlos Carvalhal. Ha participado en todos los partidos salvo uno con un total de 18 partidos jugados y acumula 884 minutos de juego, justo lo que necesitaba tras el periodo de inactividad como romanista. Suma tres asistencias y dos goles en Copa, ante rivales menores, pero que hacen ver la progresión que está viviendo.
Un reencuentro emocional y deportivo en Vigo
El futbolista rechazó otras propuestas y se empeñó en la opción del Celta para vivir un ‘año cero’, una temporada para reencontrarse, en el apartado emocional y deportivo. Un futbolistas con sus condiciones de base no podía permitirse el lujo de estancarse y más siendo tan joven.
Para romper con esa situación, el futbolista decidió dar una vuelta de tuerca a su preparación desde la exigencia: una nueva agencia con Leaderbrock Sports guiando su camino desde hace cerca de un año y trabaja de cerca con un nutricionista y un preparador personal que le ayudan a cuidar al máximo el detalle para suavizar sus puntos débiles y potenciar sus virtudes. De su mano, Pérez mide la comida, el descanso, las horas de móvil y su rutina en el gimnasio para exprimir al máximo su potencial.
Una cesión en la que ganan el jugador, el Celta y la Roma
El Celta firmó una temporada de cesión que incluía una opción de compra de 10 millones de euros. No es una cantidad fácil de asumir y más en la situación actual del Cela pero Si Pérez mantiene esta línea, la apuesta será un éxito.
La operación puede terminar en win-win para las partes, en cualquier caso. La Roma está en vías de recuperar un activo totalmente revalorizado y podrá decidir sobre el futuro del atacante, valorando un traspaso definitivo o mantener al futbolista en plantilla.
Aún así no se puede descartar nada y el Celta también está en condiciones de estirar y jugar la partida con el objetivo de renegociar en unos meses, ya que el jugador tendrá entonces una temporada más de contrato por delante ya que termina su contrato con los italianos en junio de 2024 y eso obliga a los ejecutivos romanistas a tomar decisiones.