Nápoles decidirá si el Barcelona sigue vivo en la Europa League tras el 1-1 del Camp Nou. El estadio azulgrana recibió a Dembélé con pitos
Dicen los católicos que, si has pecado durante la vida, en el cielo solamente podrás entrar pasando antes por el purgatorio. Una vez allí, el alma puede ser sanada y entrar limpia en el cielo. El purgatorio del Barcelona se llama Estadio Diego Armando Maradona y será el próximo jueves 24 de febrero el momento en el cuál el fútbol decidirá si el conjunto azulgrana sigue vive o no en la Europa League. Porque el Barça ha pecado. Y mucho. De hecho, con el empate ante el Nápoles, los culés siguen sin ganar en Europa desde que lo hicieran por la mínima ante el Dinamo de Kiev en octubre. En el Camp Nou, los de Xavi Hernández cometieron errores (sobre todo ante la portería rival) que les condenaron a jugárselo todo en la vuelta de los dieciseisavos de final de la segunda competición de clubes más importante del continente. Fallos similares a los que viene repitiendo durante los últimos partidos -a excepción del día del Atlético de Madrid- en los que fue poco contundente en ambas áreas.
Pero no solo son los goles. También es el fútbol. El Barça domina, como quiere Xavi, y en largos tramos es capaz de encerrar al rival en su propio de terreno de juego y muy cerca de su portería. Pero en la mayoría de oportunidades se atasca en la parcela final y no encuentra la manera de abrir el muro. Pudo hacerlo tanto en Cornellà-El Prat como ante el Nápoles cuando Adama Traoré decidió desequilibrar de forma individual, pero las defensas rivales no sucumben ante Ferran Torres, Aubameyang o las penetraciones por los carriles centrales de Nico González, Frenkie de Jong, Gavi o Pedri. Eso también se lo pide Xavi a los interiores. “Necesitan llegar más”, dijo en sus primeras ruedas de prensa. Todos tuvieron opciones, sobre todo Ferran, pero el de Foios solo consiguió acertar desde el punto de penalti.
Quién por momentos fue capaz de destrozar a la defensa del Nápoles fue Ousmane Dembélé. El francés vivió en sus carnes la bipolaridad de la afición azulgrana. No fue titular, pero disputó más de treinta minutos de juego en la segunda mitad, en los que vio diferentes reacciones del público presente en las gradas del Camp Nou. Durante su calentamiento, silencio absoluto. Pareció no importarle a nadie. Pero cuando entró, los aficionados del Barcelona sí le hicieron saber que no le perdonan la posición durante las últimas semanas acerca de su renovación. La pitada fue monumental. Una gran bronca que recordó a históricos abucheos como el que recibió Samuel Umtiti en el estadio Johan Cruyff en el partido del trofeo Joan Gamper del verano pasado, también relacionado con su situación contractual. Pero no fue la única reacción que sufrió Dembélé.
En el primer balón, segunda pitada. Pero a partir de ahí, el público creyó que lo más adecuado para ganar al Nápoles era motivarle y aplaudirle. En dos minutos, el público del Camp Nou pasó de pitar a Dembélé a aplaudirle con ganas. Pareció seguir el paso de su equipo por el purgatorio. Sin embargo, de nada sirvió. No hizo malos minutos el francés, pero el Barça no consiguió ganar a los italianos y se lo jugará todo en la vuelta, en el mítico San Paolo, ahora llamado Estadio Diego Armando Maradona.