La pelota se manchó, una vez más. Lo que debía ser una fiesta para todo el fútbol argentino y sudamericano quedó opacado, una vez más, por la barbarie: el partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores está en duda por los incidentes que se registaron en la llegada del micro de Boca al Monumental y dejaron a los jugadores del Xeneize muy afectados.

Cuando el plantel de Guillermo Barros Schelotto se acercaba al estadio, hinchas de River atacaron el ómnibus a piedrazos y la policía reprimió con gases lacrimógenos: como algunas ventanillas estaban rotas por los proyectiles, los gases ingresaron al micro y algunos futbolistas quedaron muy sentidos. 

“Es un desastre total, los jugadores están heridos, cortados. No están en condiciones de jugar el partido, vamos a hablar con la Conmebol”, aseguró el secretario de Boca, Cristian Gribaudo, en declaraciones a radio La Red. Desde la dirigencia del club de la Ribera pidieron que los médicos de la Confederación que revisen a los futbolistas, para determinar si el partido puede llevarse a cabo.

Tras lo sucedido, Daniel Angelici, Rodolfo D’Onofrio y el presidente de Comebol Alejandro Domínguez se reunieron para determinar los pasos a seguir: una de las posibilidades que se manejan es que el encuentro se retrase una hora para dar tiempo a que los afectados se recuperen, mientras que también está en el aire la posibilidad de que se postergue para otro día.